Jornada memorable la de ayer. Desde el mar del Norte al Egeo,
los europeos han dicho NO a las políticas neoliberales de recortes,
ajustes, mermas en ingresos, salarios y servicios. Han dicho NO a
sacrificarlo todo ciegamente a una estabilidad presupuestaria
imposible de alcanzar, ya que se alimenta de devorar el mismo
presupuesto que pretende estabilizar. Se han sublevado contra las
imposiciones de los mercados. Se han sublevado contra la imposición
de un pensamiento único que pasa por encima de la soberanía popular, destroza el
espíritu democrático y trata de destruir el Estado del bienestar. Todo comenzó en marzo en Andalucía.
La clara victoria de Hollande fue el momento estelar de la
jornada. Sarkozy es el primer presidente francés que no repite mandato
en treinta años. Pero no se trata solamente de que este fuera ya
insoportable sino de que el programa de Hollande es lo suficientemente
atractivo para asegurarse la mayoría. Tanto que se dice que es muy
difícil articular una política socialdemócrata. Quien
quiera saber cómo se hace, que lea el texto del triunfador en las
elecciones franceses. El PSOE, por ejemplo, a punto de cometer su último error de imitar el silencio del PP a
fin de ganar elecciones, podía traducirlo al castellano y firmarlo, ya
que no es capaz de redactar uno propio y defenderlo con la seguridad
que da el respaldo popular, empezando por la República y cerrando el
paso a ese monarquismo que está abriéndose paso en el
partido de Pablo Iglesias.
A su vez, todo el mundo ha estado pendiente de los resultados en
Grecia, el país más castigado de la Unión por las políticas de la
derecha neoliberal en contra de la crisis que lo único que hacen es
agravarla, profundizarla y prolongarla con la finalidad de desmantelar
el Estado del bienestar y aumentar la tasa de explotación de los
trabajadores. Las convulsiones callejeras de Grecia se han
trasladado al Parlamento. Es probable que los dos partidos del sistema,
Nueva Democracia y los socialistas del PASOK, no consigan mayoría para
formar un gobierno de coalición que acate mansamente el 'Diktat' de los
organismos financieros internacionales y de Berlín en concreto.
El FMI ya
se ha apresurado a amenazar a los griegos con retener los fondos del
rescate si el país adopta una actitud que no sea sumisa a las
imposiciones del capital. Al margen de la inmoralidad y la ruindad de
esta amenaza, es claro que Grecia ha votado más o menos como Francia: no a la política neoliberal de hundir a
los países con el fin de restablecer la tasa de beneficio del capital.
Paradójicamente, España queda una vez más al margen de la corriente
que apunta en Europa y, como siempre, yendo en sentido contrario. Así
como, al acabar la segunda guerra mundial, los aliados permitieron que
el fascismo, derrotado en el continente, prosiguiera en España durante
40 años, es posible que volvamos a tener la mala suerte de quedar en
manos de esta derecha neoliberal y nacionalcatólica, heredera de la de
los 40 años, y obsesionada por expoliar a los españoles, mientras el
resto del continente, acabada la pesadilla de la crisis-estafa de la
derecha, reemprende el camino de la estabilidad y el crecimiento.
¿Estamos ante el renacer de Europa?
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