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viernes, 6 de mayo de 2011

Una oportunidad para Bildu

Bildu es la noticia el día en que el Tribunal Constitucional decidió si la formación ‘abertzale’ estaba o no en las urnas el próximo día 22, y la prensa colorada estaba dividida entre los partidarios de incluir a la coalición en las listas y los que lo deseaban ardientemente.
La campaña electoral, que ya ha iniciado su andadura de manera oficial, sigue sin ocuparse de los problemas cotidianos de los españoles. Desde hace tiempo Eusko Alkartasuna realizó una propuesta pública al radicalismo abertzale para que se integrara en el ámbito democrático. Hasta ahora, ha sido ETA la que ha estado en los debates políticos y esa coalición, Bildu, que se ha beneficiado gratuitamente, gracias a la torpeza de instituciones, partidos políticos y medios de comunicación, de una publicidad que, en términos comerciales, les hubiese costado muchos millones de euros.
Escuchando esta mañana ciertos comentarios en las radios y televisiones, leyendo algunas columnas y editoriales, da la sensación de que la campaña para las elecciones locales y autonómicas queda en un segundo lugar: la "legalización in extremis" de Bildu por el Tribunal Constitucional, contrariando así al Supremo, se llevaba, como es lógico, todos los titulares.
Al margen de la mayor o menor justificación que el TC haya encontrado para esa mínima victoria de quienes pensaban que Bildu debe estar en las elecciones del próximo día 22, esta cuestión no debe emplearse electoralmente: culpar al Gobierno, por su debilidad y ambigüedad, de lo ocurrido sería tan injusto como echarle la culpa a la oposición por su actitud cerrada.
La verdad es que de este TC tenemos la culpa todos: el PSOE y el PP, que lo manipularon, los medios de comunicación, que en algún momento miraron hacia otro lado o hicieron la vista gorda a lo que los partidos decían, algunos presidentes autonómicos, que pretendieron anularlo... Y, claro, los propios magistrados del TC, que, en lugar de dimitir cuando su mandato vencía sin posible acuerdo para ser sustituídos, han seguido sentados cómodamente en el rentable sillón.
El resultado ha sido este Tribunal Constitucional, desprestigiado y escasamente operativo. Pero, con todo, es el TC que tenemos, un pilar de nuestro sistema democrático, y por ello hay, tragando sapos, que respetarlo. Asusta escuchar algunos comentarios que lo quieren directamente subordinado al Ejecutivo de turno -al de Zapatero- Rubalcaba en este caso. Alarma ver con qué facilidad se sugiere que los magistrados del alto Tribunal están al borde de la prevaricación. Preocupa comprobar cómo aquí nadie cree que nuestra democracia se asiente en los principios de separación de poderes diseñados por Montesquieu.
En estas condiciones, se inicia una campaña electoral en la que los mítines, terreno propicio para la sal gorda y el despropósito con tribuna, cámaras y micrófonos, amenazan con ser el marco de improperios contra el adversario e irán mucho más allá de lo que a una razonable convivencia en democracia convendría.
Bildu, irremisiblemente, va a estar en las urnas. Ahora, con la polémica entre los demócratas, no le demos más votos. Y tomemos nota de las reformas legales que hay que introducir en nuestro entramado legal para que la Justicia no sea nunca más piedra de escándalo para los españoles ni motivo de burla para quienes aborrecen el sistema.