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jueves, 12 de mayo de 2011

Lorca amanece destrozada

Un hombre intenta reanimar a una de las víctimas
Era un día señalado, al menos para los supersticiosos. La supuesta profecía romana se trasladó a Lorca justo cuando se cumplían dos meses del terremoto de Fukushima. Un astrónomo aficionado y sismólogo autodidacta italiano, Raffaele Bendandi, pronosticó que un temblor de tierra de gran intensidad destruiría por completo el 11 de mayo de 2011 la ciudad de Roma, desplomándose el célebre Coliseo y hasta la basílica de San Pedro, sede papal del Vaticano. Ante tal previsión, amplificada por las redes sociales de internet, cientos de romanos abandonaron el martes apresuradamente la ciudad, que vive desde hace días un creciente clima de psicosis. No podían siquiera sospechar que la tragedia de la profecía atribuída a Bendandi se iba trasladar al sudeste español, y, más en concreto, a la localidad murciana de Lorca, donde dos seísmos, casi consecutivos, provocaron ocho muertos, uno de ellos un niño de 14 años, decenas de heridos y unos 10.000 evacuados.
Destrozos en las calles de Lorca
Solitarios, en pareja, en familia o rodeados de amigos o desconocidos, miles de personas tratan de dormir sobre el asfalto del Huerto de la Rueda arropados por mantas de la Cruz Roja en una madrugada que cada hora que pasa se torna más fría y húmeda. En nada se parece hoy a las que durante septiembre refrescan agradablemente en este mismo recinto a quienes asisten a los principales conciertos de las fiestas de la ciudad.
La imagen desoladora de la muchedumbre de adultos, niños, bebés y hasta perros con sus dueños que buscaban alimento y calor reuniéndose en corros mientras el estrés de los operarios que trabajaban a destajo para instalar grandes tiendas de campaña y retretes portátiles para acondicionar mejor la zona, sustituía al incesante ir y venir de sirenas de ambulancias y coches policiales que se registraba antes de cruzar el día, también un 11-M que será recordado, el de mayo de 2011.
Continuamente se vive una situación de una cierta calma tensa, siempre hay gente despierta que continúa deambulando por la zona, paseando de aquí para allá en busca de nada, unida en la desgracia de no poder dormir bajo el techo que los cubrió anteayer por temor a que las grietas de sus casas acaben separando en dos partes las paredes.
 
Una bombero con un niño herido en brazos