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miércoles, 9 de marzo de 2011

Cirugía Antiestética

La sociedad siempre ha valorado la belleza. En la literatura, a menudo simboliza el atractivo protagonista admirable, mientras que la fealdad indica el antagonista abominable. La gente de toda raza y cultura se han ido a los extremos en el nombre de la belleza.

Implantarse silicona en pechos, labios o glúteos son algunas de las preocupaciones de los últimos años. La cirugía estética ha dejado de ser una práctica exclusiva de famosos. Su consumo se ha extendido a todas las clases sociales. Aceptarse más, encontrarse mejor y recuperar autoestima, son algunas de las razones. La aceptación o rechazo de otros jóvenes son también factores que influyen en la decisión de mejorar el aspecto físico. El avance en el terreno tecnológico y el abaratamiento de los precios, ha hecho que la gente pierda el miedo al bisturí. Un arreglo de nariz cuesta unos 1.100 euros. Es posible que tanto la televisión como las películas o la publicidad, ejerza un gran poder de seducción en los adolescentes. A esas edades la apariencia física tiene una gran importancia. El problema es que no cuentan con el peligro de una operación en un cuerpo que aún no ha terminado su desarrollo. Se someten a operaciones de cambios físicos radicales y puede ser contraproducente. No podemos intentar solucionar un problema de inseguridad y baja autoestima con la cirugía. Su origen va más allá del aspecto físico. Pero no podemos olvidar que la belleza es una apreciación subjetiva y temporal. No existe un criterio universal. La belleza no se define, se reconoce. La cirugía estética es la materialización del mito de Narciso, preocupado en exceso por su apariencia exterior.