¿Cuántos años tengo?
Ya no los tengo. Han pasado ya para no volver. He de morir, he de dejar todo lo que poseo.
¿Cuándo será? ¿Cómo? ¿En dónde? ¿Quién después pensará en mi? ¿Se acaba todo este mundo?
Mi conciencia me dice que no.
¿Qué me esperará después de esta vida? ¿Me salvaré o me condenaré? ¿Qué será de mí?
Tengo un alma que no morirá con el cuerpo, y esa alma soy yo mismo, que pienso, reflexiono, deduzco, recuerdo, quiero. Esta alma será un espíritu, será un alma eterna.
¿Qué me espera en la otra vida?
Yo espero que la felicidad. Tiendo irresistiblemente a ser feliz. En este mundo tengo la certeza de que existe, pero en la vida futura ¿la poseeré o seré para siempre privado de ella? Esta tierra no es el lugar de mi verdadera patria. Mi patria verdadera está más allá de las fronteras de esta vida. Si no la consigo seré eternamente desterrado, miserable, infeliz. Estoy acostumbrado en este mundo a ver como pasan las horas del reloj, a ver como todo transcurre.
¿Qué será la eternidad, ese momento que nunca acaba, ese instante que nunca tendrá fin?
Yo reconozco que en este mundo no hay casi justicia. Unas veces porque no se puede hacer, otras no se sabe hacer, y otras no se quiere hacer. Es necesario que si no la hay aquí la haya en la otra vida. Lo crea o no, me preocupe de ello o no, existe esa otra vida eterna donde cada uno tendrá su castigo o recompensa según hayan sido sus obras. Y esto, para siempre.
Realmente, ¿qué es lo que pensamos?