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jueves, 17 de marzo de 2011

Un recuerdo de la infancia

Mi entrada de hoy no va a ir ni de asesinos, ni de políticos muertos, ni de sitios que me gustan. La entrada de hoy va a ser un homenaje.

Un homenaje a mi generación, la generación de los 90, la última generación que se crió en la calle sin ningún peligro. Los niños de ahora están todos lobotomizados con videoconsolas, ordenadores y parafernalia así. Nosotros nos levantábamos a las 10 de la mañana y a las 11 ya estábamos en la calle, volvíamos a comer y a las 4 (O 3 si no había que hacer deberes, ¿os acordáis de los cuadernos rubio?) ya estábamos de nuevo en la calle.

Cuando yo era pequeño pasarse una tarde entera jugando a la consola era impensable, no solo por la razón de que eran pocos los colegas que tenían consolas y sus padres les dejaban llevar colegas a casa, si no porque todos preferían andar haciendo el gamberro por ahí.
 
Recuerdo aquellas tardes de verano con la pandilla. Saltábamos a las fincas de los vecinos a robar fruta y comíamos hasta que no nos podíamos ni mover. Los chavales de ahora se ponen ciegos a gominolas, luego extraña que estén todos obesos.
 
¿Quién no recuerda todas esas tardes jugando a ladrón y policía con pistolas de bolitas o jugando al fútbol en descampados enormes marcando porterías con piedras? Ahora eso es impensable, todo está lleno de urbanizaciones y mierdas varias, saltas un muro y tienes a 4 policías detrás y medio vecindario apaleándote.

Recuerdo aquellas tardes al salir del colegio jugando al diábolo o a la peonza, echándonos piques para ver quien hacía el truco más difícil. O jugando al guá con las canicas. Saber jugar bien a estos juegos significaba ser el triunfador del patio, era el éxito asegurado.

¿Y quién de vosotros no tuvo nunca un álbum de cromos? Recuerdo (aunque a mi nunca me haya gustado el fútbol) aquellos cromos del Super Depor, de cuando Bebeto, Donato y todos esos, ¿Quién diría que yo me iba a acordar de eso eh? Eso sí que era fútbol y no lo que hay ahora, que parecen pases de modelos.

¿Y nuestros juguetes? Nuestros juguetes eran una pasada, aguantaban todo tipo de meneos y nunca te aburrías de ellos. Aquellos Scalextric, Legos y Micromachines con los que nos pasábamos horas imaginándonos historias y creando nuestras propias aventuras. 

¿Y los playmobil? Los playmobil de nuestro tiempo eran los reales: El barco pirata, el circo, el hospital, el helicóptero de rescate…Eso eran playmobil y no lo de ahora, que el barco actual lo metes en la bañera y zozobra.
 
Yo nunca tuve Gijoe, pero recuerdo con nostalgia aquellas tardes jugando con mi Action Man. Le ataba una bolsa en las manos y lo tiraba por la ventana una y otra vez como si fuera un paracaidista. Anda que no llevó palos ese muñeco ni nada…y seguro que si lo busco todavía lo encuentro entero.

¡Y cómo olvidarse de Simón, de aquellas pizarras “mágicas” para dibujar y de los juegos de magia! ¿Y Ondamanía, aquellas espirales de plástico de colores que se pasaban de una mano a otra?
 
 
Hablemos ahora de nuestras meriendas y golosinas:

El bollycao y las pantera rosa, aquellos bollos que solo conseguíamos que nos compraran cuando nos portábamos bien y que saboreábamos como si nos fuera la vida en ello.

Es imposible olvidar aquellos sobres con polvos de colores que se mezclaban con agua y daban como resultado una bebida increiblemente deliciosa que no duraba nunca mas de cinco minutos, el Tang.
 
Si os digo la verdad ni siquiera se si todavía existe, la próxima vez que me pase por un supermercado preguntaré y si todavía hay me llevaré unos sobres para recordar viejos tiempos.

Y ya en ocasiones excepcionales podíamos hablar de comernos un mikolápiz, un polo de hielo o un frigopie, aquellos helados con forma de pie que sabían a ¿Fresa? y que se derretían misteriosamente rápido y acababan pringandonos las manos enteras.


O un caramelo “push pop”, aquellos caramelos que para que salieran había que pulsar por debajo y que al final chupabas mas el plástico que el caramelo y acababas con la mano llena de babas. Un paquete de caramelos pez o unas pulseras de caramelo (que manoseabamos hasta la saciedad antes de comérnoslas). Unos peta zetas (Eran de risa, no había nadie que se resistiera a hacer el gilipollas cuando se comía un sobre de estos) o chicles bubaloo.

¿Y la tv de nuesta época?

Yo recuerdo que cuando tenía clase apenas veía la tv, los míticos simpsons o cosas de casaSteve urkle!) al mediodía y como no, Xabarín club mientras merendaba (todos los niños gallegos lo adorábamos).

 Pero los fines de semana recuerdo que me levantaba a las 8 de la mañana (¡No necesitaba despertador, era increíble!) y me tiraba en el sofá hasta la hora de comer o hasta que me venian a buscar mis amigos, viendo las series que daban en todos los canales, alternando cuando daban publicidad.

Oliver y Benji, Power rangers, Club Disney, Club Megatrix, Bola de dragón, El equipo A, etc…Podría tirarme horas diciendo series que molaban.


La lucha libre de nuestra época, ¿cómo olvidar al mítico Hulk Hogan?Eso si que era lucha y no lo de ahora, ¡los nuestros estaban curtidos!

Ahora le toca a Pokemon, pero no a los 100 millones de pokemon de colores que hay ahora, si no a los 150 pokemon, los reales. Aquello sí que fue una revolución: álbums de cromos, muñecos, serie de tv con las peleas estilo oliver y benji, que no se acababan nunca o te cortaban en lo mejor…

Y por supuesto, los juegos de la Gameboy. Ser entrenador pokemon era todo un reto aunque no lo parezca, ¿eh?

Nada más empezar te sometían a la peor elección de tu vida: Qué pokémon escoger para empezar a jugar. ¿Cómo voy a escoger un pokémon si ni siquiera se de que va el juego?

Aún así yo era más de squirtle, decían que era una mierda, pero no había quien aguantara una ventisca.

¿Y el pobre pikachu en el amarillo? Ni Dios lo quería, todos lo tenían en el ultimo cajón del PC de Bill, era la oveja negra de los pokémon, ¡Y lo peor de todo es que ni siquiera le podías pasar el marrón a un colega con el cable link, porque no te dejaba moverlo!

Acabo de recordar el mítico truco de clonar cosas con el cable link: Ponías a pasar algo y cuando estaba por la mitad apagábais los dos la Gameboy y al encenderla había dos posibilidades: Que los dos tuviérais el pokémon o el objeto a clonar o que simplemente se fuera a tomar por el culo y desapareciera.

Que mítico era clonarse al mew de otros colegas o caramelos raros para subir de nivel…

De todas formas mew no era difícil de conseguir. Era un puteo, eso sií pero difícil difícil… Era el truco aquel de las islas fallo, ¿recordáis? Dar cinco pasos en la zona safari, salir, entrar, salir, ir a no se donde, volver a la zona safari y…¡Pum! Ya estabas en islas fallo. La verdad es que era un poco raro eso de pasear por una zona hecha con números y cosas sin sentido, no se a quien se le habría ocurrido…
 

Bueno, hay que decir que ahí no solo salía mew, también salia… ¡Missigno! Aquel pokémon que era una interrogación (si no recuerdo mal) y copiaba lo que hacían los pokémon enemigos. 

El objetivo final de pokémon nunca lo entendí, se supone que era vencer a Gary en la liga pokémon, pero podías vencerlo una y otra vez que nunca conseguías nada nuevo, solo 15 minutos de textos que no se podían pasar dándole a la B y otros 15 min de créditos, cosa que suponía una eternidad porque no podías apagar la Gameboy, si lo hacías no podías guardar el juego…

¡Tranquilos!, se que me olvido de muchas cosas, pero como comprenderéis no puedo nombrarlas todas. De todas formas ahí van unos cuantos recuerdos más:

Tamagochi, aquella mascota que si te olvidabas de ella en vez de morirse se subia a su nave espacial (WTF?) y se iba volando para no regresar. (Si querías que naciera de nuevo tenias que reiniciarlo dándole al botoncito de detrás con la punta de un boli).

Las manos locas, que normalmente venían de regalo en las bolsas de patatas y lo mas normal era o que se te quedaran pegadas al techo y tu madre las despegara y las tirara a la basura o que las tirara a la basura directamente sin darte tiempo a pegarlas en el techo.

Los maletines de plastidecor: Todo el mundo con sus cajas de 12 colores en clase de dibujo y cuando alguien sacaba su maletín de lápices, ceras y rotuladores de colores era como si se apareciera la virgen. Y los bolis de 10 colores.

Los tazos de chester cheetos, que se clasificaban en:
  • Tazos normales
  • Chiquitazos: En ellos aparecían imágenes caricaturizadas de chiquito con sus frases célebres.  
 
 
  • Magic tazos: Unos tazos con un holograma en el que se podía ver su imagen cambiar dependiendo del ángulo en el que se miraba. 
 
  • Mega tazos: Igual al normal pero con la parte posterior amarilla y con el texto “mega tazo”. 
 
  • Master tazos: Eran unos tazos con un tamaño y peso superior a los normales que se conseguían dentro de las bolsas de aperitivos grandes. 
 
  • Macro tazos: Los macrotazos eran mas grandes que los master tazos, pero eran del mismo grosor que los normales.
Y después había los porta tazos y las pistolas dispara-tazos. Recuerdo que cuando estuve en el hospital porque me operaron de amigdalas me regalaron una pero me la acabaron quitando porque le disparaba a los médicos.
 
Y muchas más cosas que me dejo pero que no puedo nombrar porque son demasiadas, creo que con todo lo que os dejé ahí arriba hay suficiente para empezar a recordar y tener ataques de nostalgia, yo los tengo y no os imagináis como echo de menos esos años, es una pena que no vayan a volver, ni para nosotros ni para nadie.

Este tocho va dedicado a toda mi generación, los del 90. Aunque nunca lleguemos a conocernos ni a vernos las caras sabemos que fuimos la excepción, la última generación bien criada y con libertad, y que tenemos tanto en común que solo con cruzar una mirada con un desconocido de nuestra edad sabemos que el vivió cosas similares a lo que nosotros vivimos en la infancia. Esa mirada que aunque sea en silencio intercambia información de todo tipo, como diciendo: “Yo se lo que tu sabes y tu sabes lo que yo se”.