Para los amantes del cine será siempre aquella morena larguirucha que bailó junto a Marilyn Monroe en Los caballeros las prefieren rubias. Pero más allá de aquel papel junto a la rubia más deseada de la historia, Jane Russell fue una de las más recordadas actrices de una época dorada de Hollywood y un poderoso icono sexual, uno de los pocos capaces de medirse con Marilyn.
La fábrica de sueños despedía el lunes a la actriz estadounidense que tuvo en la comedia un pilar de una carrera desigual. Russel falleció a causa de un fallo respiratorio a los 89 años en su casa de Santa María, al oeste de California. Apartada del cine desde finales de los 60, colaboraba activamente en causas benéficas. Su familia ha pedido que en vez de enviar flores se hagan donaciones a dos centros de acogida para menores y mujeres embarazadas «Murió en paz en su casa rodeada de sus hijos», confirmó Kim David, directora ejecutiva de CASA, organización caritativa a la que estaba vinvulada la actriz.
Jane Russell, que visitó el Festival de San Sebastián en 1990 como estrella invitada, se hizo indispensable en los repartos después de que Howard Hughes la descubriera y la lanzara al estrellato con su papel en El forajido (The Outlaw, 1943).
Su desenfado y la explosiva voluptuosidad de sus poderosas curvas en la publicidad de aquella película crearon el morboso mito erótico. En las fotos aparecía recostada sin asomo de recato sobre un lecho de paja luciendo un vestido de vértigo que traslucía su exhuberante busto bajo una blusa negra.
Demasiado para unos censores que retuvieron la película durante tres años antes de autorizar un estreno que marcó un antes y un después paisaje cinematográfico de la época. Su atrevimiento y picardía acabaría por afianzarla como legendario símbolo sexual y hacer de Russell primera opción de los directores para encarnar los papeles femeninos que demandaban la generación de soldados estadounidenses desplegados en zonas de guerra que jaleaban a la rubia Monroe y a la morena Russell.
Conservadora
La potencia sexual de su imagen contrasta con las conservadoras convicciones personales de la actriz. Frente al Hollywood más liberal y libertino, Russell se erigió en defensora del catolicismo y de los valores republicanos. Activa militante del partido conservador, se describía a sí misma como una activista pro-vida después de haber sufrido con 18 años un aborto mal realizado que le dejó graves secuelas y problemas para concebir. Casada en tres ocasiones, el jugador de fútbol americano Bob Waterfield fue su primer marido, con quien adoptaría a sus tres hijos.
Nacida en Bemidji, Minnesota, el 21 junio de 1921, Ernestine Jane Geraldine Russell era hija de una actriz y de un oficial del ejército. Fue descubierta por casualidad cuando Howard Hughes la vio trabajando como recepcionista de un dentista, cuando buscaba a una actriz para ser la heroína de El forajido. En su trayectoria también figuran películas como Las fronteras del crimen (1951), Macao (1952) y Sangre caliente (1956).
Los caballeros las prefirieron rubias
El lunes despedíamos a Pepín Martín Vázquez, el torero que nos enganchó desde el cine de verano. Ese mismo día se iba otra estrella que brilló de manera rutilante bajo el cielo tachonado de estrellas como techo del cine de nuestra infancia. Ni Angelina Jolie ni Jennifer Aniston, ni Scarlett Johansson, el verdadero sex simbol de Hollywood siempre será Jane Russell. Era todo glamour. Por puras cuestiones anatómicas y por haber provocado horas extras a la censura, de su país y la nuestra, por culpa de The Outlaw, el western de Howard Hughes de 1943 que nos descubrió las infinitas posibilidades eróticas de un pajar. Tenía una ondulada melena negra que para sí quisieran las rubias, aunque las prefirieran los caballeros. Jane Russell era la morena que competía con Marilyn en Los caballeros las prefieren rubias en un mano a mano que aguantó como pudo. El ciclón que significaba el mayor símbolo erótico del séptimo arte era demasiado para el cuerpo y la bella morena californiana nunca superó del todo la prueba. Ha muerto casi nonagenaria para perder una vez más la batalla con aquella diosa rubia que en plena juventud se fue una noche porque le dio la real gana. Si José le ganó la batalla a Juan en Talavera, Marilyn se la ganó a Jane varias veces, la primera en el duelo de la película y después muriendo como una heroína joven, sin la inexorable huella del tiempo. El lunes se apagó la última estrella de Hollywood, Jane Russell.
La fábrica de sueños despedía el lunes a la actriz estadounidense que tuvo en la comedia un pilar de una carrera desigual. Russel falleció a causa de un fallo respiratorio a los 89 años en su casa de Santa María, al oeste de California. Apartada del cine desde finales de los 60, colaboraba activamente en causas benéficas. Su familia ha pedido que en vez de enviar flores se hagan donaciones a dos centros de acogida para menores y mujeres embarazadas «Murió en paz en su casa rodeada de sus hijos», confirmó Kim David, directora ejecutiva de CASA, organización caritativa a la que estaba vinvulada la actriz.
Jane Russell, que visitó el Festival de San Sebastián en 1990 como estrella invitada, se hizo indispensable en los repartos después de que Howard Hughes la descubriera y la lanzara al estrellato con su papel en El forajido (The Outlaw, 1943).
Su desenfado y la explosiva voluptuosidad de sus poderosas curvas en la publicidad de aquella película crearon el morboso mito erótico. En las fotos aparecía recostada sin asomo de recato sobre un lecho de paja luciendo un vestido de vértigo que traslucía su exhuberante busto bajo una blusa negra.
Demasiado para unos censores que retuvieron la película durante tres años antes de autorizar un estreno que marcó un antes y un después paisaje cinematográfico de la época. Su atrevimiento y picardía acabaría por afianzarla como legendario símbolo sexual y hacer de Russell primera opción de los directores para encarnar los papeles femeninos que demandaban la generación de soldados estadounidenses desplegados en zonas de guerra que jaleaban a la rubia Monroe y a la morena Russell.
Conservadora
La potencia sexual de su imagen contrasta con las conservadoras convicciones personales de la actriz. Frente al Hollywood más liberal y libertino, Russell se erigió en defensora del catolicismo y de los valores republicanos. Activa militante del partido conservador, se describía a sí misma como una activista pro-vida después de haber sufrido con 18 años un aborto mal realizado que le dejó graves secuelas y problemas para concebir. Casada en tres ocasiones, el jugador de fútbol americano Bob Waterfield fue su primer marido, con quien adoptaría a sus tres hijos.
Nacida en Bemidji, Minnesota, el 21 junio de 1921, Ernestine Jane Geraldine Russell era hija de una actriz y de un oficial del ejército. Fue descubierta por casualidad cuando Howard Hughes la vio trabajando como recepcionista de un dentista, cuando buscaba a una actriz para ser la heroína de El forajido. En su trayectoria también figuran películas como Las fronteras del crimen (1951), Macao (1952) y Sangre caliente (1956).
Los caballeros las prefirieron rubias
El lunes despedíamos a Pepín Martín Vázquez, el torero que nos enganchó desde el cine de verano. Ese mismo día se iba otra estrella que brilló de manera rutilante bajo el cielo tachonado de estrellas como techo del cine de nuestra infancia. Ni Angelina Jolie ni Jennifer Aniston, ni Scarlett Johansson, el verdadero sex simbol de Hollywood siempre será Jane Russell. Era todo glamour. Por puras cuestiones anatómicas y por haber provocado horas extras a la censura, de su país y la nuestra, por culpa de The Outlaw, el western de Howard Hughes de 1943 que nos descubrió las infinitas posibilidades eróticas de un pajar. Tenía una ondulada melena negra que para sí quisieran las rubias, aunque las prefirieran los caballeros. Jane Russell era la morena que competía con Marilyn en Los caballeros las prefieren rubias en un mano a mano que aguantó como pudo. El ciclón que significaba el mayor símbolo erótico del séptimo arte era demasiado para el cuerpo y la bella morena californiana nunca superó del todo la prueba. Ha muerto casi nonagenaria para perder una vez más la batalla con aquella diosa rubia que en plena juventud se fue una noche porque le dio la real gana. Si José le ganó la batalla a Juan en Talavera, Marilyn se la ganó a Jane varias veces, la primera en el duelo de la película y después muriendo como una heroína joven, sin la inexorable huella del tiempo. El lunes se apagó la última estrella de Hollywood, Jane Russell.