A un día del fallecimiento de la francesa Marie France Pisier, musa de François Truffaut, a los 94 años dejó de existir una de las favoritas de Luis Buñuel.
María Isbert, una de las grandes de la escena española, falleció a los 94 años en el hospital de Villarrobledo (Albacete) a consecuencia de un agravamiento de las distintas afecciones que sufría por su avanzada edad. Entrañable e incombustible, la artista hizo disfrutar con su saber hacer, tanto como protagonista o como actriz de reparto, a generaciones y generaciones de españoles desde la dura posguerra hasta la actualidad, cuando la enfermedad la apartó del gran público.
La actriz, hija del actor Pepe Isbert y de Elvira Soriano, nació el 21 de abril de 1917 en Madrid. Pronto sintió el tirón por las tablas y debutó en 1939 de la mano de su padre con la obra de teatro Nuestra Natacha. Sólo cinco años más tarde, en 1944 interpretó su primer papel en el cine con la película La vida empieza a medianoche, del director Juan de Orduña.
En 1949 se casó con el actor húngaro Antonio Spitzer, con el que tuvo siete hijos, entre ellos los también actores Tony Isbert y Carlos Isbert -doblador de Homer Simpson o James Gandolfini, en Los Soprano, entre otros-. Su carrera estuvo ligada a la comedida, donde su gracia y maneras la hicieron destacar en obras de teatro como El refugio, Milagro en Londres, Cartas de mujer, El cianuro, ¿sólo o con leche? o El patatús.
Sin embargo, María Isbert es más recordada por sus papeles en el cine, donde la comedia también dejó hueco a la tragedia a lo largo de 250 películas. Así, en los años 60, tomó parte en los repartos de Un rayo de luz de Luis Lucía, Viridiana de Luis Buñuel', El verdugo y las comedidas La gran familia de Fernando Palacios -junto a su padre Pepe Isbert-, Botón de ancla de Ramón Torrado, Recluta con niño y Los ladrones son gente honrada de Pedro L. Ramírez, El cochecito de Marco Ferreri o Un dos tres, al escondite Inglés de Iván Zulueta, entre otros muchos títulos.
Los inolvidables
Con la llegada de la democracia, la actriz participó en películas como El bosque animado y Amanece que no es poco de José Luis Cuerda, o Vaya par de gemelos, de Pedro Lazaga. Las nuevas generaciones la recordarán con La gran aventura de Mortadelo y Filemón de Javier Fesser.
En la pequeña pantalla también tomó parte en series inolvidables como La casa de los Martínez (1967-71), Celia (1992) y Villarriba y Villabajo (1969).
Nunca se despidió del gran público al que ella tanto quiso. Su última aparición tuvo lugar en el Teatro Circo de Albacete para entregar a El Brujo el XIII Premio Nacional de Teatro Pepe Isbert. Durante los últimos años vivía en la localidad de El Provencio (Cuenca), cerca de su familia. Entre los galardones recibidos tenía la Medalla de Plata de las Bellas Artes, el mismo Premio José Isbert y era académica de honor de la Academia de las Artes Cinematográficas de España.
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