Buscar este blog

sábado, 19 de febrero de 2011

El injusto tiempo

La vida pasa, y pasa muy rápida. El hoy ya no es hoy, es ayer. Y el mañana ya no es mañana, es hoy. Cuando nos damos cuenta hemos crecido, como crece una planta, y solo nos queda el recuerdo, el recuerdo de conocer, el recuerdo de saber. Un recuerdo en el que todo te viene a la mente, las cosas buenas y las cosas malas, un recuerdo lleno de anécdotas para contar, de amigos de los que acordarse. Un recuerdo que no sería recuerdo si el tiempo se parara y no pasase. Un tiempo estático donde todo sería presente y no existiría pasado ni futuro, un tiempo inolvidable, inolvidable como todas esas cosas que aprecias, inolvidable como tus amigos, amigos a los que también les pasa el tiempo. Un tiempo pesado y persecutor, un tiempo que nadie entiende, que a nadie deja. Un tiempo que a veces te hace perder y otras ganar. Perder no es ser derrotado, perder es no ganar, ser ganado por un rival convertido en tiempo.

Desearía que ese tiempo desapareciese, que dejase de existir para siempre porque el siempre es eterno y la eternidad es para siempre, y el siempre no es nunca y el nunca nunca se usa. No se debe caer en el olvido, el olvido es malo, malo como el hambre, un hambre que te atrapa y no te deja sentir. Sentir sentimientos, sentir la brisa en la cara, sentir la noche y la mañana, sentir tu corazón. Un corazón lleno de afecto y de odio a la vez. Un odio transformado en cariño y un cariño transformado en amor, un amor placentero, un amor para siempre. Un amor con cariño, un cariño sin tiempo donde el olvido nunca se presentará. Un cariño para siempre.

David Teijeiro

No hay comentarios:

Publicar un comentario